Diversidad y desafíos: Ser mujer en la nueva sociedad
Danny Trigoso-Kukulski

En esta era de avances, donde se habla tanto de equidad, inclusión y diversidad, ser mujer sigue siendo una travesía llena de desafíos. Aunque hemos conquistado espacios que antes parecían imposibles, todavía enfrentamos barreras invisibles, prejuicios persistentes y la constante presión de equilibrar múltiples roles.

Soy una mujer que ha caminado por distintos mundos: como inmigrante, como profesional, como madre y como líder. Y aunque cada una de estas facetas me ha dado fuerza, también me ha mostrado las grietas que aún existen en nuestra sociedad.

Diversidad: ¿Realidad o discurso vacío?

Hoy se nos invita a ser parte de una sociedad diversa. Se celebra la inclusión, se promueven mesas donde todas las voces tienen espacio. Pero, ¿qué tan real es esta diversidad? Como mujer latina, a menudo he sentido que mi lugar en estas mesas viene con una etiqueta: “tú eres la representante de tu comunidad.” Es como si mi valor solo existiera dentro del marco de la diversidad que otros diseñaron, y no por mis propios méritos.

La diversidad real no se trata de cumplir con cuotas. Se trata de escuchar, de abrir espacios donde las personas no solo sean invitadas, sino valoradas. Donde no tengamos que justificar nuestra presencia, sino que se reconozca que traemos algo único que nadie más puede aportar.

El doble estándar: Ser mujer en el trabajo y en la vida

En mi experiencia, las mujeres vivimos bajo un doble estándar. Se espera que seamos fuertes, pero no demasiado. Ambiciosas, pero no agresivas. Exitosas, pero siempre disponibles para los demás.

En mi vida profesional, he aprendido que no basta con ser buena en lo que hago; tengo que ser impecable, porque cualquier error puede ser usado como prueba de que no pertenezco. Y como mujer, hay un peso extra: demostrar que no soy una excepción, sino una prueba de que las mujeres, especialmente las mujeres diversas, somos más que capaces.

Y luego está la vida personal. Muchas veces se nos exige ser todo para todos: la madre perfecta, la pareja comprensiva, la hija obediente, la amiga leal. Pero, ¿dónde queda el espacio para ser simplemente nosotras mismas?

El precio del éxito

Con frecuencia, el éxito para una mujer viene con un costo emocional alto. Hay noches en las que me pregunto si he hecho lo suficiente, si estoy dejando algo importante de lado. Porque como mujeres, cargamos con una culpa que muchas veces no nos pertenece: ¿Estoy siendo buena madre si trabajo tanto? ¿Soy una líder efectiva si también quiero priorizar mi bienestar?

Es en esos momentos que recuerdo algo esencial: no hay una forma única de ser mujer. No tenemos que encajar en moldes. Podemos ser líderes y vulnerables, fuertes y empáticas, exitosas y humanas.

Construyendo un futuro más inclusivo

A pesar de los desafíos, creo firmemente que las mujeres somos la clave para construir un futuro mejor. Nuestra capacidad de ver el mundo desde diferentes perspectivas, de combinar lógica con intuición, de liderar con empatía, es exactamente lo que necesita esta nueva sociedad.

Sin embargo, el cambio no puede recaer solo en nosotras. Necesitamos aliados: hombres y mujeres que no solo nos apoyen, sino que también desafíen las estructuras que perpetúan las desigualdades.

Un llamado a la acción

Mi invitación para cada mujer que lea estas palabras es esta: no te detengas. No te disculpes por ser ambiciosa, por soñar en grande, por quererlo todo. Tu voz es necesaria. Tus ideas son valiosas. Y aunque el camino sea difícil, no estás sola.

Para quienes no han caminado en nuestros zapatos, les pido que abran los ojos. Que miren más allá de los discursos y las políticas de diversidad. Que entiendan que detrás de cada mujer hay una historia, una lucha, un corazón que late con fuerza.

La nueva sociedad no será inclusiva por accidente. Será inclusiva porque trabajamos juntas para construirla. Y yo, como muchas de ustedes, estoy aquí para seguir empujando, para abrir puertas y para demostrar que ser mujer, en toda nuestra diversidad, es nuestra mayor fortaleza.

Con esperanza y determinación,

Danny Trigoso-Kukulski